Gutierrez lleva consigo un anillo de bodas en el correspondiente dedo anular de su
mano izquierda.
Ni
siquiera asistió alguna vez a un casamiento.
Tampoco vio nunca una de las fiestas de compromiso que suelen celebranse con bastante
frecuencia en la Iglesia de su pueblo , incluso dos el mismo día y a veces el mismo hombre...pero
con otra mujer (u hombre).
Sin embargo le
parece maravillosa la idea de tener ese pequeño detallecito dorado en su dedo, lo hace
sentir un poco menos solitario y tal vez también menos idiota.
Tan es así que ciertos días pasa mañana, tarde y noche limpiando, cambiando las sabanas,
preparando exquisitas comidas y afrodisíacos postres con la esperanza de que alguna mujer entre a su casa usando la copia de la llave que él mismo le
dio y en un descuido o quizás por un golpe en la cabeza lo haya
olvidado.