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18.4.12

the words you seek are behind the...

Gutierrez esta convencido de haber desarrollado una especie de reflejo condicionado tal como lo demostrara Ivan Petrovich Pavlov en 1927.

Si bien no genera la misma cantidad de secreciones gástricas como el perro del famoso experimento cuando escuchaba el metrónomo,  al oír los pasos del cartero acercándose a su puerta su corazón se agita, sus pupilas se dilatan, sus manos tiemblan y ocasionalmente suelta un pequeño chorrito de pis debido a la emoción por recibir  buenas noticias.







Teniendo como arma principal su timidez y como apoyo logístico a su rostro, Gutierrez siempre creyó firmemente en escribir extensas y bellisimas cartas para que estas crucen el atlántico y lleguen a las manos de su amada, que ella abra los sobre como si fuera una vikinga sumamente educada y se pierda en ellas por horas y horas.

Y que las aprenda de memoria, que las descubra nuevamente en cada lectura, que se sorprenda al leer entre lineas, y que ocasionalmente sienta, huela y respire el aroma a mar* que baña las costas por donde camina Gutierrez cada mañana pensativo.


*El aroma a mar se debió a que Gutierrez esa tarde comió tarta de atún y no pudo dejar de repetirla durante todo el día, incluso cuando lamia el sobre para cerrarlo.

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