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25.7.10

I don’t know why I’m writing this either.


Luego de viajar por más de tres meses en su monopatin y al encontrarse a dos cuadras de su casa, Gutierrez visualizo el hogar de la mujer que siempre amo (o que siempre le tuvo ganitas), y ni lento ni perezoso freno su monopatin, anoto la dirección de la casa y corrió a buscar una guia telefónica.

Ya con la guia de teléfonos publicos en su poder, busco el teléfono de la casa, trabajo que solo le tomo nueve horas, y supo al fin el nombre de la mujer de sus sueños.
Por el nombre pudo más o menos deducir en que año había nacido, o suponer que fue nombrada así por una tía solterona que jamás tuvo o tendrá hijos/as, así en el caso de ir a cenar alguna vez con toda la familia, debería aprenderse un nombre menos, pero hacer distinciones al nombrar, por ejemplo:

-Brunilda, mi amor.

-Brunilda, la tía de mi amor.

Igual a Gutierrez poco y nada le interesa ir a cenar con toda la familia de Brunilda y actuar en dicha cena como todos esperan que él actúe, como si hubiera una especie de normativa tacita o reglas no escritas de comportamiento que implican sonrisas al por mayor y una educación digna de la realeza, Gutierrez prefiere comer en lo posible sin usar cubiertos o ropa interior.

Luego lo pensó mejor, y ante la posibilidad de un romance perfecto una vida plácida y sin sobresaltos, monto de nuevo su monopatin, prendió la radio y siguió su camino hacia lugares desconocidos...al menos para él.

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