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24.6.08

The cats go mad when you call


Tampoco es cuestión de escribir todo el tiempo proyectando personajes, pretendiendo esquivar realidades y sentimientos.

Muy de vez en cuando me gusta sincerarme y contar algo acerca de mí, para que me conozcan un poco mejor, los tres o cuatro lectores que pasan por acá, incluyendome.



Mis primeros recuerdos los compre hace unos 1800 años.
La dueña del local que me los vendió, por las noches se transformaba en araña y se comía las mascotas de los vecinos, encontrándose entre sus preferidos los gatos siameses de ojos claros, bizcos y cuya cola terminaba en un gancho. Por lo tanto el local era fácil de ubicar, la gente siempre decía: "El local de la señora que se transforma en araña".

Y compre varios recuerdos, pero debo reconocer que algunos estaban fallados (la mayoría), y el error fue completamente mio, por buscarlos en una caja que decía:

"Recuerdos de cliches a mitad de precio"

Mis intenciones eran las de adquirir recuerdos acerca de una infancia feliz, un perro lanudo bastante compañero, el puesto como baterista en una banda de rock mas o menos interesante, dos o tres novias no tan lindas ni tan feas, una tarde inolvidable con mis padres y hermanos jugando a las cartas, y el encuentro casual con alguien famoso en la verdulería de la esquina.


Y ya hierve el agua de mi té. Debo retirarme.

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