Sin lugar a dudas, mi trabajo en el Correo Central fue uno de los más gratos que he experimentado.
En la sección de "Envios con intención amorosa", me desempeñaba como una bella estampilla de un campo de girasoles.
Gracias a eso pude recorrer el mundo.
Y más importante aún, pude conocer a la persona que seria el gran amor de mi vida.
Fui enviado un 29 de Febrero, el año no lo tengo muy claro, a la siguiente dirección: "Srta. Sonia C. Botero, 2ª casa pasando la heladeria de puerta verde".
Desde el principio nuestra relación fue especial, al recibirme, me apretujo contra su corazón por varios minutos, a punto tal que tuve miedo de perder la respiración.
Por la noches dormia junto con ella...bah, en su mesita de luz, pero no dejo nunca de saludarme con un besito.
Y cuando se despertaba me contaba los planes del día:
*-Hoy vamos a ir a la plaza, el sol esta lindisimo!
*-Nos conviene salir de compras si queremos tener algo en la heladera.
*-Esta noche cine y a lo mejor un heladito a la salida.
Tenia yo un trato preferencial, por lo menos una vez a la semana, me dedicaba horas de lectura, y a pesar de ser una carta simple y no certificada, ella se ubicaba en su reposera con un té en la mano y me leia me leia y me leia, a veces pegando su nariz (con la marquita comica) junto a mis letras (y yo que me ponia colorado), incluso una vez llegue a sospechar si no trataba de descifrar algún misterio o mensaje oculto dentro de mí.
Pero no les voy a mentir, eventualmente fui reemplazado por la llegada de una nueva carta, cuya estampilla no era algo fuera de lo común, si la memoria no me falla, creo que anunciaba un gran evento deportivo o bien recordaba alguna vieja gloria del futbol.
Pero mi destino no pudo ser más grato, fui suavemente depositado en una caja, atado con una cinta color verde agua junto con cientos de cartas más, curiosamente todas provenian del mismo lugar y eran escritas por la misma persona.
Ah! la caja donde duermo es muy linda y de color azul, esta al lado de una caja gris que esta practicamente vacia.
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