Confieso que me he vuelto un tanto adicto a mi biografía.
Y creo que la veo una y otra vez con una libreta en la mano anotando cada uno de los errores para no repetirlos; aunque se que esto es inútil.

Esta vez la escena que me llamo la atención transcurría en mi niñez:

Varios niños (de los cuales no recuerdo ni sus nombres, ni sus rostros me son familiares) jugaban conmigo en un terreno baldío cerca de la casa donde crecí.
El juego era sobre cowboys e indios, o bien pudo ser entre enfrentamientos de hinchas de equipos de fútbol.

Me llamo la atención mi actitud en el juego, por que cuando los demás niños simulaban un disparo hacia donde estaba yo, mi muerte era instantánea.
No importaba que el disparo apuntara tres metros sobre mi cabeza o seis metros hacia un costado o el otro indistintamente. Yo caía mortalmente herido.
Mientras los demás niños demoraban de seis a cuarenta y dos disparos en morir.

De todas maneras mi biografía no es muy emocionante, le falta efectos especiales.