Debo confesar que he muerto una vez más, y siempre sucede lo mismo…la muerte me encuentra haciendo cualquier estupidez.















Jamás me encontrara sentado sobre una roca mirando al pacifico y reflexionando sobre el infinito, la relatividad o de donde venimos y hacia donde vamos.
Tampoco observando maravillado una pintura de Klimt (El beso), o leyendo una de las grandes obras de literatura universal, nunca nada digo de ser colocado en mi lapida.

La palabra “dramatismo” no es usual en mi vocabulario, ni el drama esta presente en mi vida (más allá de algún final de Astroboy en donde derrame una que otra lagrima)

Supongo que mi muerte mas memorable fue la vez que me sorprendió en el cine mirando “El paciente ingles”, película a la cual concurrí solo luego de hacerme un fondo de ojo. En realidad quise ver “Napoleón Dinamyte” pero no pude distinguir entre una cartelera y otra.
Por suerte se me sentó una bella mujer a mi lado y como mis ojos lagrimeaban constantemente ella no dejo de consolarme durante toda la película.



Esta vez la muerte me encontró en el baño comiendo hilo dental con gusto a menta y tratando de ponerme una hebilla en la barba.